Es un procedimiento mínimamente invasivo que consiste en trasplantar folículos pilosos de una parte del cuerpo a otra para tratar la calvicie, sin necesidad de rapar al paciente en la zona donadora. Este tratamiento ofrece resultados naturales y duraderos, permitiendo que el paciente recupere su confianza y autoestima. El resultado final puede observarse aproximadamente 12 meses después del procedimiento.

La ventaja de esta técnica sobre la tradicional es que los pacientes no necesitan cambiar drásticamente su estilo de cabello. Además, mejora la apariencia del cabello, ofreciendo una solución a largo plazo para la calvicie. Este tratamiento también contribuye a aumentar la autoestima y la confianza del paciente, permitiéndole lucir un cabello más denso y atractivo.

El tiempo de recuperación tras un injerto de cabello puede variar, pero los pacientes generalmente pueden retomar su vida cotidiana al día siguiente. Los resultados finales suelen apreciarse alrededor de 12 meses después del procedimiento. Los riesgos asociados con el injerto de cabello pueden incluir infección, cicatrices o pérdida de cabello no deseada, aunque estos riesgos son poco comunes.